Con motivo de la publicación en España de Historia de mi lengua (Ed. Comisura, marzo de 2023) hablamos con Claudia Apablaza sobre algunos aspectos importantes de su obra. Se trata de un texto de naturaleza híbrida, entre el diario íntimo y el ensayo, escrito en pequeñas imágenes dispersas que en su totalidad cuestionan las convenciones del habla, el pensamiento y la escritura. A partir del 6 de marzo se podrá encontrar en librerías.
La edición de Comisura, además, va acompañada de ocho collages de Xoana Elías, una artista visual de origen argentino radicada en Barcelona que ha desarrollado una obra gráfica muy característica y personal en torno al collage. Sus producciones, habitualmente en blanco y negro, indagan en las posibilidades de un minimalismo que ofrece imágenes sugerentes y poéticas. Así, este libro también supone el vínculo entre dos autoras hispanoamericanas (una chilena y una argentina) que residen en España. Elías nos explicaba el porqué de los collages que hibridan el texto: «La boca es la raíz para tratar diferentes temas que he podido recibir del libro. Estos se mueven desde la intención consciente de comunicar, la visión del otro, la inseguridad y la creación de una «persona», el ocultamiento o el crecimiento de una narrativa personal entre otros conceptos. Por ejemplo, para mí el collage de la flor representa el crecimiento en el lenguaje. Algo que requiere ser cultivado, ser cuidado. Tanto en el personaje y las limitaciones físicas que percibe, como en el camino a encontrar su propio modo de relatar, su propia lengua. La mano que sostiene refuerza el concepto del trabajo consciente hacia este punto.»

Historia de mi lengua es un libro con un indudable afán de cuestionar y hacer reflexionar sobre la influencia del machismo, el academicismo y el colonialismo en nuestras vidas y por tanto en nuestro habla, con un texto que se declina en femenino y constituye una reflexión afilada (aunque cargada de ironía en muchas ocasiones) sobre el papel de la mujer y el control de lo decible por parte de distintos estamentos sociales.
- ¿Cómo fue el proceso de confeccionar Historia de mi lengua? ¿Fuiste recopilando escritos? ¿Fue pensado desde el comienzo bajo la premisa de lo fragmentario?
Fue un proceso muy veloz. La primera escritura del manuscrito fue tan solo de un par de meses. En realidad, capté una idea y me puse del todo en ella, me sumergí. Esos dos meses no pensaba en otra cosa, todo comenzó a conectar con la lengua y sus formas, las conversaciones con mi hija, con mi pareja, con amigas, con mi familia e incluso en la calle comencé a escuchar ese rumor que crecía. Me ha pasado con otros libros, esa intensidad. Por ejemplo: cuando escribí Diario de quedar embarazada también entré en ese trance, aunque ese trance en particular tuvo consecuencias más desastrosas para mi vida. En ese caso no, me sumergí en el tema de forma bastante amorosa, y ya cuando comencé a salir de él, supe que el libro ya estaba. Luego los fragmentos acerca de la lengua venían más aislados, con menos intensidad, ya a acompañar el cierre del proceso.
- Acaba de publicarse la edición chilena en Overol y, a punto de salir la española en Comisura, hemos añadido un discurso más a la amalgama de textos que conforman el libro: el collage. Para ello, hemos contado con ocho piezas de la artista Xoana Elías. ¿Te gusta la idea de que tu texto sirva como plataforma para que otros discursos artísticos dialoguen?
En la edición de Comisura hay dos fragmentos más que no están en la edición chilena de Overol, además que uno de los fragmentos fue reescrito. Creo que tiene que ver con el proceso de escritura de todo texto, con ese rumor que queda suspendido cuando terminas de escribir. Como escritora podría estar infinitamente corrigiendo lo escrito, y recién el proceso de la publicación de un libro lo que viene a cerrar la ansiedad con el texto infinito.
En relación al diálogo de estos fragmentos con el trabajo de Xoana Elías, me parece que viene a aportar a la edición en tanto se integra en un libro la lectura. Es decir, cómo es que una lectora del mismo lo percibe. Para mí eso son estas hermosas ilustraciones, una lectura de lo que ella leyó y cómo lo materializa en lo visual. Me parece hermoso poder integrar la lectura de un libro dentro del mismo, sea en el lenguaje que sea, visual, escrito u otro.

- ¿Ha supuesto este libro una reconciliación con la escritura?
Desde el año 2017 que no publicaba un libro. Desde Diario de quedar embarazada. Ahora bien, igualmente todos estos años estuve escribiendo, no solo la novela inédita La siembra de nubes, sino que también la tesis doctoral, que entregaré en un par de semanas. Entonces, más que una reconciliación con la escritura, creo que Historia de mi lengua me ayudó a pensar que te puedes demorar un día, una semana, dos meses y no necesariamente cuatro años en escribir algo, como lo ha sido en este caso con la tesis y la novela. Es volver a encontrar esa libertad de la escritura inmediata.
- «Tal vez, si no me hubiese puesto brackets, no habría escrito este texto»… ¿En qué medida la anomalía, un tratamiento médico, la corrección física, etc. Influye en nuestro día a día, en nuestra personalidad y en nuestra obra?
Para mí, y aunque a muchos críticos o críticas les moleste, está conectada la escritura y la vida. Sobre todo, el cuerpo y la escritura. Indagar en qué relaciones puedes tensar con tu propio cuerpo. Como dices, el tratamiento médico, la anomalía, puede ser un buen motor para la escritura, pienso en Escrito sobre un cuerpo de Severo Sarduy, en El cuerpo en que nací de Guadalupe Nettel, Sangre en el ojo de Lina Meruane, El trabajo de los ojos de Mercedes Halfon, en Flores de Mario Bellatin, o en tantísimos otros libros.
Ahora bien, evidentemente si no me hubiese puesto brackets no habría escrito este libro de esta manera en particular, aunque sí hubiese reflexionado en la forma de mi lengua y la mandíbula, pero desde otro punto de vista. Lo de los brackets le dio la estructura temporal al texto y su ritmo.
- ¿«Aprender a tragar» como metáfora de todo lo que implica el cruce de variedades lingüísticas, de lenguas, de políticas, de sesiones psicoanalíticas o de escenas familiares? ¿Acaso no es la existencia un constante aprender a tragar?
Creo que podemos pensar nuestra lengua, su forma y función, como metáfora de todos nuestros procesos cotidianos, desde cómo hablamos, nos relacionamos, en qué creemos e incluso cómo respiramos. O en realidad cualquier parte de nuestro cuerpo podría ser llevada a ese extremo. La forma de nuestras manos, nuestros pies, nuestros ojos podría ser metáfora de nuestras vidas.
- En el libro mencionas títulos de obras que incluyen la palabra lengua o dientes y cómo tu escritura se conecta con otras. ¿Es la intertextualidad un motor en tu obra?
La lectura siempre es un motor para mi escritura. En realidad, si seguimos a Julia Kristeva, que fue la autora que acuñó ese término de intertextualidad el año 1967 en su artículo «Bajtín, la palabra, el diálogo y la novela», en todos los libros estaría presente una relación entre un texto y otro, se construye como un mosaico, es decir, en la construcción de sentido de un texto siempre está en relación y diálogo interno con otros textos anteriores, es imposible crear desde la nada. Así, Historia de mi lengua también está en esa línea de sentidos.
- Disfrutarás Historia de mi lengua si…
Te gusta leer libros obsesivos con un tema, que indagan en este tema desde varios puntos de vista.
Piensas constantemente en tu lengua, en tu boca, en qué esconde la forma de tu mandíbula.



En su ya dilatada trayectoria de 16 años como narradora, Claudia Apablaza ha publicado en España (Barataria, Ediciones B), México (Jus, Santa Muerte Cartonera), Chile (LOM, Cuarto Propio, La Calabaza del Diablo), Perú, Estados Unidos, Venezuela, Italia y Cuba (Arte y Literatura), además de haber recibido el Premio Alba Narrativa por su novela Goo y el amor (2012). Además, el año 2004 ganó el concurso de cuentos Filando en Asturias y el año 2005 recibió el premio de cuentos de la revista chilena Paula y en 2008 fue finalista del Joven Talento Booket. Su literatura posee dos rasgos fundamentales: la fuerte impronta autobiográfica en la línea de Annie Ernaux, donde la anécdota personal trasciende lo individual para reflejar lo social o el carácter de una época, y el pensamiento feminista, que indaga en los obstáculos de las sociedades en las que vive y que impiden la emancipación de la mujer. En ese sentido, su libro Diario de quedar embarazada (2017) ha resultado central en la abundante producción actual de la literatura en lengua española, a una y otra orilla del Atlántico, que problematiza el tema de la maternidad, por lo que ocupa un lugar central en una constelación de textos donde estarían Samanta Schweblin, Brenda Navarro, Gabriela Wiener o Sara Mesa. Además, podría hablarse de una escritura fresca y novedosa, proclive al humor y a la mirada irónica hacia sí misma, pero también de una escritura indómita que se rebela contra las imposiciones de las formas y de los más clásicos géneros literarios.